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Los bosques en la Cuenca Mediterránea poseen altos niveles de biodiversidad y han sido explotados durante milenios, proporcionando servicios de los ecosistemas (SE) esenciales para la sociedad. La multifuncionalidad es una característica de estos socio-ecosistemas en los que los productos y servicios no maderables pueden llegar a ser muy importantes para la sociedad en términos tanto de renta como de valores culturales intangibles.
Los bosques en la Cuenca Mediterránea cubren 88 millones de hectáreas y desde 1990, esta superficie experimenta un crecimiento anual neto del 0,85%. En la actualidad, los bosques ocupan un 21% de la superficie en toda la región, con más de la mitad de ellos localizados en España, Francia, Turquía e Italia. La expansión de la superficie forestal en los países de la Europa mediterránea se debe mayoritariamente a procesos espontáneos de sucesión secundaria de la vegetación en terrenos agrícolas abandonados donde la tasa de aumento de la superficie forestal está en torno a un 1% anual.
Si bien esta expansión de los bosques aumenta la provisión de SE, también emergen algunos perjuicios o diservicios de los ecosistemas (DSE) vinculados a esta expansión. En este trabajo hemos revisado la evidencia científica disponible sobre SE, DSE y relaciones entre distintos grupos de SE. A partir esta revisión, hacemos una serie de recomendaciones para la implementación de políticas que optimicen el cociente entre servicios y diservicios de los ecosistemas.
Servicios y diservicios de los ecosistemas vinculados a la expansión del bosque por sucesión secundaria espontánea
Los SE más relevantes proporcionados por estos nuevos bosques son los servicios de soporte incluyendo el mantenimiento de la productividad primaria y la conservación del suelo además de servicios de regulación climático como el secuestro de carbono y la provisión de agua. En algunos casos no obstante, la transpiración y la intercepción de agua de lluvia por parte de la nueva cubierta forestal, puede provocar la reducción de agua en los cauces de los ríos –por ejemplo un incremento del ratio agua verde frente a agua azul- a pesar del aumento de la capacidad de infiltración de la escorrentía y la capacidad de retención de agua del suelo. Los escenarios de aumento de la aridez previstos para el Mediterráneo, hacen necesaria una gestión activa de estos bosques para reducir el riesgo de decaimiento forestal debido a la competencia por los recursos hídricos, así como para garantizar localmente la provisión de agua a la población.
El aumento de la superficie forestal debido a la expansión del bosque, permite reducir la fragmentación de los ecosistemas forestales y mejorar el estado de conservación de especies vinculadas a estos ecosistemas. La evidencia científica parece indicar que la capacidad de estos nuevos bosques para proporcionar distintos SE y mejorar la biodiversidad depende en buena medida de su uso previo. Así, los bosques procedentes de sucesión secundaria en paisajes netamente agrícolas, contribuye a mejorar la diversidad del paisaje, mientras que lo contrario ocurre cuando son zonas de pastos semi-naturales o mosaicos agroforestal los que se transforman en masas forestales continuas/homogéneas.
Los incendios forestales en cinco de los países de la Europa mediterránea (Francia, Grecia, Italia, Portugal y España) queman anualmente unas 450.000 hectáreas, el 85% del área quemada en toda la Unión Europea. El aumento de la superficie forestal por expansión espontánea del bosque, favorece la expansión de estos incendios. La gestión forestal es escasa en muchas zonas del Mediterráneo, a pesar de resultar imprescindible para reducir el riesgo de incendios, mejorar la eficiencia en el uso del agua y reducir la vulnerabilidad de estos bosques.
Propuestas para la elaboración de políticas
La falta de una política forestal común en Europa, a diferencia de la política agraria, hace que las medidas relacionadas con los bosques y el sector forestal estén dispersas entre distintos ámbitos competenciales, lo que complica la gestión de estas nuevas masas forestales. En esta situación, abogamos por la implementación de políticas basadas en la planificación a escala de paisaje que favorezcan la resiliencia frente a riesgos como los incendios forestales a la vez que promueven cadenas de valor que estimulen una gestión activa del bosque y proporcionen productos y servicios forestales. Estas políticas deben estar orientadas a minimizar los daños tanto sociales como ecológicos, adoptando una perspectiva territorial más allá de la actual separación artificiosa entre lo forestal y lo agrario.
Abogamos por cambios en las medidas de la Política Agraria Común (PAC) vinculadas a las actividades forestales y agroforestales. En concreto, estas medidas podrían modificar los fondos destinados a la reforestación, vinculando las ayudas a la competitividad del sector forestal, estimulando sus cadenas de valor y la provisión de servicios medioambientales y climáticos (e.g. protección del suelo, resiliencia a incendios). Los pagos directos de la PAC podrían redirigirse a estimular los sistemas agrarios multifuncionales, implementando medidas de seguimiento y control para verificar los beneficios para la biodiversidad. Así mismo, una consideración más equilibrada de distintos usos del suelo en la red Natura 2000 europea y una intensificación del apoyo a los sistemas agrarios de alto valor natural en zonas desfavorecidas, contribuiría a mejorar la biodiversidad a la vez que reduciría los factores de riesgo asociados con la expansión forestal.

Existen iniciativas de este tipo en países mediterráneos que se alinean con nuestro enfoque, siendo el proyecto Mosaico en Extremadura (España occidental) un ejemplo destacado. En este caso, la gestión reactiva vinculada a la extinción de incendios forestales está siendo sustituida por enfoques proactivos que involucran a la población local en la prevención mediante la recuperación de un mosaico rural productivo.
El artículo completo en inglés tiene como título “Targeted Policy proposals for managing spontaneous forest expansion in the Mediterranean” y puede leerse en el Journal of Applied Ecology.
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